

“Aún espero entre fuego y piedra”
Volví entre las cenizas y el humo,
buscando la luz en tus ojos, tu voz, tu aliento…
pero el silencio era frío, y tu cuerpo, una sombra dormida para siempre.
Exijo que se junten las montañas,
para elevar tu recuerdo.
La pasión mantendra mi antorcha encendida y velaré tu cuerpo en el fuego sagrado.
Ya no hay guerra que pelear.
Ya no hay lanza que cargar.
Solo una montaña de dolor que me crece por dentro.
Mi alma arde, pero es por ti, por siempre, Iztaccíhuatl.
La victoria es mía. Mi corazón rebosa de alegría. Iztaccíhuatl, pronto estaré contigo y todos nos veran amarnos como el cielo ya lo ha hecho.
Aquí en la batalla, el silencio es más fuerte que cualquier grito. No hay señal, no tengo voz. Pero cada latido me recuerda para quién peleo y por qué debo ser fuerte.
Mañana el viento llevará mi estandarte hacia el frente. Hoy siento el peso de la distancia y la fuerza del amor. Mis pensamientos y mi promesa: volveré.
La guerra se acerca, pero mi espíritu no sólo se prepara para el combate. Me preparo para el honor de tomar la mano de mi amada. El Tlatoani ha concedido su bendición. Que mis pasos sean firmes, y mi corazón valiente.
Hoy no porto escudo, mi pecho descubierto es símbolo de entrega. Iztaccíhuatl ha dicho sí.
Popocatépetl y Iztaccíhuatl
ahora están en una relación.
He creado este perfil por una razón sencilla y sagrada:
Para que mi voz cruce los valles cuando yo no pueda.
Cuando marche a la guerra, que mi corazón siga hablando aquí.
A ti, Iztaccíhuatl: si no regreso, que estas palabras encuentren tu alma.